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En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

jueves, junio 07, 2007

La estrategia de Caracol

Foto: By DAYAcolombia
Si honestamente hay un compromiso con la verdad, éste debería empezar por casa y no simplemente con muestras de otros, a quienes consideran valientes por destapar su intimidad ante un país entero.

Dentro de las innumerables estrategias que el Canal Caracol ha inventado para atrapar televidentes, se encuentra ahora el programa Nada más que la verdad, copia, claro está, de otro norteamericano que, según dicen, cautivó a muchos pero luego se vino en picada.

Parece ser que lo mismo va a pasar con nuestro clon colombiano, pero eso es lo de menos, aquí lo que importa es cómo desde hace largo rato, Caracol ha venido jugando con el televidente, cómo lo ha venido engañando, de qué manera tan patética lo hacen creer cosas que no pasan, y cuánto lo ha irrespetado con tanta chabacanería, con tantos don “Jediondos” y con tantos cambios en su programación sin previo aviso.

Vamos por partes. Desde la inauguración de los canales privados, tanto RCN como Caracol, con el legítimo ánimo de captar audiencias, han presentado desde testimonios insólitos, por lo inverosímiles, como el de Virginia Vallejo, hasta la estupidez absoluta representada, en carne y hueso, por un “actor”, símbolo de la ordinariez y la vulgaridad, que dice llamarse humorista pero que en vez de risas causa repulsión y asco. Lo único que realmente está acorde con su personaje es el nombre, hediondo, por decir lo menos.

Errorcitos como estos no pueden menos que hacer pensar dos cosas: o que nuestro país se entretiene con lo más asqueroso de la miseria humana o que definitivamente los “creativos” de los canales, lo son, pero para introducir malos formatos de otras latitudes o que no tienen lo suficiente de ingeniosos para lograr, con inteligencia, altura y clase, cautivar a un público que contrario a lo que se cree, está pidiendo más cosas para pensar y menos para vomitar.

Y no sólo esos son lo errores, veamos: hace un tiempo en el mundo de los comentaristas deportivos, se le conocía al “doctor” (no se sabe en qué, pero doctor) Carlos Antonio Vélez como el señor “palabra de Dios”, ese apelativo se le queda corto hoy a Javier Hernández Bonnet a quien deberían simplemente llamarlo Dios. Sólo a él se le ocurre, con sus comentarios absurdos, decir que hay que ceñirse al manual del jugador de fútbol y que en virtud de eso, quienes practican ese deporte, deben patear el balón con la parte superior del dedo meñique del pie derecho, en un tiro directo o en cualquier otra jugada. O que, por ejemplo, Blas Pérez, en un partido reciente de la Copa Libertadores, y en un momento realmente difícil para la consecución de un gol, debió, en el aire, retroceder, hacer los movimientos para cabecear, es decir, seguir al pie de la letra del tal manual , los tres tiempos que desde la fundamentación futbolística un jugador debe saber y proceder a realizar el cabezazo. Con ello, dijo el comentarista, hubiera enmendado el error que cometió y tal vez hubiera anotado un tanto, que para Bonnet, según el “análisis” era pan comido. Suma sapiencia.

Pero bueno, quizás no tenía nada más que decir y como muestra de su posible frustración como técnico de fútbol, se le vino a la cabeza semejante idiotez.

Siguiendo con la colección de falsedades y con la muestra de tonterías podríamos citar estas otras perlas: Ahora le dio a Jorge Alfredo Vargas, uno de los peores presentadores de toda la televisión colombiana, según me enteré, dicho por la mismísima Negra Candela, por entrevistar en su Mesa de Noche a nadie más que a doña Clara de Rojas, la abuelita tierna de un niño que nadie sabe si realmente está disfrutando de un paraíso en la libertad que otros no tenemos y que añoramos o en la paz que quizás no entendemos.

¿Quién ha dicho que al niño Emmanuel lo tienen en las mismas condiciones en las que está su madre? No lo sabemos, lo que sí podemos inferir, sin mucho esfuerzo, es que una entrevista signada por el dolor de una madre o de una abuela, no puede más que generar lástima y compasión y no una verdad que en aras de un buen periodismo debería primar en un programa conducido por un periodista. Jorge Alfredo está haciendo lo mismo que suponemos critica en las aulas universitarias, es decir, preguntándole a alguien que sufre qué siente.

Y sieguen más detallitos, qué pena Jorge Alfredo pero son suyos. Miren la siguiente declaración de Carolina Cárdenas, una participante del programa Nada más que la verdad, publicada el pasado viernes primero de junio en la sección de farándula de El Tiempo.com:

"Es decir, una cosa son las preguntas del cuestionario, otras las que le hacen a uno en el polígrafo y otra las que contesta uno en el programa. Por ejemplo, a mí en el cuestionario nunca me preguntaron si había abortado. Y en el programa, cuando me hicieron la pregunta "¿Usted aprovecha su cargo de auditora para asuntos personales?", dije que no. Pero ahí dijeron corten y Jorge Alfredo me dijo: tienes que decir que sí".

¿Cómo así? ¿Y acaso una funcionaria del canal, según escribió el editorialista del mismo diario en su nota del 5 de junio, no dice que “se trata de una contribución a un país que "está hablando de decir la verdad"” ?.

Sigamos. Lo de los noticieros del canal es cuestión de profesionalismo y de buen juicio periodístico. Vamos sólo a hablar de los llamados extras, a los que me he referido en otros espacios como un elemento poco serio que lo que procura antes que dar una información de última hora, es llamar la atención con noticas de poca monta. La gente se pregunta si de verdad es más importante hacer un gran despliegue técnico y humano para mostrar la liberación del “canciller” de las FARC o si realmente es mucho más importante, por ejemplo, dedicar todos los esfuerzos a profundizar la noticia de un atentado contra un viceministro de educación. Como parece ser que el show vale más que la vida, pues el tratamiento que se le da a la información en el Canal Caracol, no podía ser otro.

Por su parte Amparo Pérez hace lo que puede como empleada del canal. Cree que llevando a su programa Doble Vía al hediondo humorista o al presentador de la verdad entredicha para que den explicaciones de algo que a simple vista la tiene, convence a los televidentes con su supuesta defensa de los mismos cuando se sabe que lo que se busca con ese espacio es la defensa del mismo canal.

Hay que rescatar, de todas formas, lo que precisamente en Doble Vía dijo el pasado miércoles 6 de junio, Camilo Durán, compañero de la mesita de noche de Jorge Alfredo y vicepresidente de Asuntos Públicos del canal: el morbo hace parte de la condición humana. Estamos de acuerdo, los seres humanos tal vez somos más hediondos que “Don Jediondo”.


Podríamos seguir enumerando joyitas y perlitas pero para no ahondar en temas como su gobiernismo, por ejemplo, resumo diciendo dos cosas: la gente no es boba, así parezca y al cliente (en este caso televidente) hay que tenerlo satisfecho o por lo menos respetarlo. Segundo, si Caracol continúa con esa mediocridad, lo mejor sería que en serio, implantara una estrategia como la del caracol, o sea, que dejara caer un buen muro en el interior de sus instalaciones a ver si alguien despierta aunque sea por el ruido.