A seguir escribiendo...

En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

jueves, julio 24, 2008

Violencia para impartir justicia

Foto: sabacho393
Usar emblemas de la Cruz Roja Internacional para realizar acciones militares, así no se use en ellas ni un solo disparo y no haya ni un solo muerto, pagar, según se dice, a congresistas para que voten de determinada manera y desalojar a una familia de la tercera edad a punta de tanquetas y de policía antimotines, no se aleja mucho de la escalofriante filosofía de la guerrilla y de la izquierda recalcitrante que justifica la combinación de todas las formas de lucha.

La supuesta angustia del oficial que usó la cruz roja de la institución humanitaria del mismo nombre y del otro que también usó el logo de Telesur en la famosa Operación Jaque, se equipara únicamente con el dolor y el sufrimiento de la pareja de ancianos que en la mañana de ayer fue sacada de su casa a la brava, con golpes, aún en pijama y en medio de los gritos desesperados de sus familiares y vecinos.

La diferencia es que mientras a los oficiales del Ejército se les perdona y se le premia, a los otros se les trata como delincuentes y como criminales luego de haber pagado 80 millones de pesos por una casa que costaba 14.

El asunto aquí no es entrar a defender a la familia desalojada porque si tenían una deuda con un banco, es decir con una hiena, pues tocaba cumplir con las obligaciones y no dejar de pagar como el mismo dueño o ex - dueño del inmueble lo aseguró, pues según él, luego de 10 años “no volví a pagar”. Con los bancos hay que saldar las deudas a como dé lugar y cancelar hasta el último céntimo, porque de centavo en centavo y cobrando hasta por pedir un saldo es como se enriquecen y para ello, no tienen contemplación ni escrúpulos de ninguna índole.

De tal modo que el no haber pagado durante los últimos tiempos, así lo hubieran hecho en una década fue un gravísimo error y las leyes hay que cumplirlas. Lo que hay que ver es cómo se cumplen. No es admisible la actuación de la Policía, tampoco la de la familia, pero mucho menos la de un Estado que ofrece garantías a los verdaderos delincuentes y maltrata al ciudadano del común, al que con lágrimas y sudor trata de pagar una casa que termina saliéndole cinco veces más cara de lo que en un inicio la compró, al que vende en las calles y tiene que salir corriendo cada vez que ve un policía, al que no tiene dinero para pagar abogados, al desempleado, al obrero, al iletrado.

Ya sabemos que son cosas del sistema, del capitalismo voraz y feroz y que soñar con uno social es un exabrupto y hasta una estupidez. Empero, no estaría mal que tanto izquierdas como derechas dejen las palabras y se centren más en las acciones. También conocemos que el discurso de la justicia social es muy bonito pero irreal, aunque tampoco sobrarían acciones para proteger a los desvalidos y necesitados.

La justicia en este país debería ser eso, justicia. Pero hay hechos que no sólo la ponen coja y ciega sino que la asesinan. Las formas de conciliación, sobre todo con las entidades financieras, son sólo una ilusión. Con ellas, conciliar es pagar o atenerse a las consecuencias que, como ya hemos visto, son tan inhumanas como los cilindros, los roquetazos, los crímenes y los secuestros de guerrilleros y paramilitares.

Ahora es cuando uno quisiera realmente ver un corazón grande y valiente, como el que dice tener el presidente Uribe, quien arregla en los Consejos Comunitarios los problemas más insignificantes y hasta intrascendentes para el país, pero que ni se inmuta con situaciones como las de ayer.

jueves, julio 10, 2008

Felicitaciones Presidente, pero…

Foto: QuiDam EsPELeTia__

El 26 de octubre del año 2006 escribí una columna donde manifiesto que cuando el presidente Uribe sea merecedor de congratulaciones de mi parte, se las daré sin pensarlo dos veces. Creo que ha llegado la hora, y creo además, que el durísimo golpe que ha propinado a las Farc con el rescate de Ingrid y de otros catorce secuestrados, ha sido motivo de alegría para Colombia y sin duda, el mayor éxito de su gobierno.

Felicidades señor Presidente. Su terquedad dio frutos y no puedo más que reconocer que el operativo militar de la semana pasada es una lección para las Fuerzas Armadas de otros países, pues según especialistas, sólo es comparable con los perfectos operativos del Mossad israelí.

De todas formas, y no es por aguar la fiesta, no sobra recordar que el conflicto colombiano no ha terminado y que en palabras de la misma Ingrid Betancourt, la violencia en nuestro país no se acaba mientras haya injusticia social.

No es posible pensar en la paz cuando ministros como Palacio y Arias toman medidas descabelladas y absurdas. ¿Cómo puede haber paz cuando la gente tiene que hacer colas insoportables, inhumanas y degradantes no para que les regalen nada sino para pagar su derecho a salud y pensión?

¿Cómo puede haber paz cuando a los campesinos se les desconoce y ahora se les prohíbe vender la leche que ellos, sus padres, sus abuelos y sus tatarabuelos se han tomado desde tiempos inmemoriales?

Esos dos últimos casos por sólo citar algunos, porque la lista se haría interminable si nos ponemos a recordar todas las perlas de los Ministros del Despacho.

Ah, y tampoco se puede olvidar que aunque se traten de limar asperezas, las relaciones internacionales y con las altas cortes caminan por la cuerda floja. Y menos que en el monte quedan cientos de secuestrados que esperan recobrar la libertad sin que se ponga en riesgo sus vidas.