A seguir escribiendo...

En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

domingo, septiembre 27, 2009

El doctor Vallejo

Foto: mora.alexis

Sátrapa, atrevido, irrespetuoso, arrogante, lenguaraz, inescrupuloso, provocador, insolente, desvergonzado, ladino, artero, marrullero, soberbio, altivo, altanero, fiero, bizarro, grosero, impertinente, vulgar, descocado, desfachatado, alborotador, insurrecto, revoltoso.

Sí, tal como lo hizo con el inicio de su Desazón suprema, lo hago yo con el comienzo de esta columna que me vuelve a poner en la red luego de un receso casi forzado. Enumero palabras para definir lo que para muchos es Fernando Vallejo, el hoy doctor en Letras Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia. Ciertos marrulleros de verdad, de la Academia colombiana, dirán que ni siquiera merece ser referenciado por alguien, para otros como los de la Nacional, es nada más ni nada menos que la conciencia crítica del país.

Y es que uno puede estar de acuerdo con sus imprudentes palabras o no, pero lo que no puede desconocer es su gran condición de escritor. No cualquiera gana el premio Rómulo Gallegos, por ejemplo, y no cualquiera suena como Nobel de literatura. También es comprensible que cause ampollas con el veneno de sus palabras, claro está, porque cada una de ellas está cargada de verdad y como ya se sabe, la verdad duele.

Yo apruebo muchas cosas de las que despide Vallejo con su verbo aunque un gran amigo me haya dicho alguna vez que quien lo hubiera leído no podría hablar de justicia social. Creo que el estar de acuerdo con algunas cosas suyas no excluye que se piense en salvarnos de esta miseria que invade el mundo. El mismo Vallejo lo demuestra y aunque se reconoce a sí mismo como un ferviente ateo, quienes creemos en Dios, a nuestra forma, sin rezos ni golpes de pecho, lo entendemos de una manera distinta.

Nadie lo ha comprendido, pero como ninguno, es él quien con su amor hacia los animales lo hace evidente. Decía Da Vinci que verdaderamente el hombre es el rey de los animales porque su brutalidad supera la de éstos, algo que queda evidenciado en sus textos, en sus entrevistas y obviamente en la realidad. El mismo Charles Darwin a quien llamó impostor en su Manual de imposturología física, dijo también que el amor a todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del hombre, y así lo manifiesta Vallejo cuando con sus acciones y de nuevo, con sus palabras pone en evidencia que hay algo más que veneno en su alma.

Lo del título honorífico de la Universidad Nacional es un acto de comprensión de una de las más respetables instituciones de educación superior a quien ensimismado en su propio sufrimiento, ha hecho pensar a muchos sobre lo que padece nuestra pobre Colombia, que no es más que el producto de una raza humana enferma, pervertida y corrupta que sigue en plena caída hacia el desbarrancadero si no asume con entereza que las palabras de los ídolos no pueden cambiar el mundo si las actitudes, las formas de actuar y los compromisos no lo demuestran.

No faltará quien ahora diga, con la pedantería propia de los eruditos, que a un escritor como Vallejo no se le puede creer ni una coma. Y puede ser cierto, no se trata de creerle, de lo que se trata es de meditarlo, de reflexionar sobre lo que dice y de obrar con consciencia para cambiar lo que denuncia.