A seguir escribiendo...

En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

lunes, noviembre 17, 2008

La movilidad, el medio ambiente y la libertad

Foto: radio-diablo
Muchas situaciones difíciles afrontamos hoy en día los capitalinos: la movilidad, las condiciones del medio ambiente y para rematar, el uso de la libertad.

Mientras muchos luchamos y seguiremos luchando por el libre albedrío, la libre movilización, el respeto y la tolerancia hacia formas distintas de expresión y de pensamiento, otros pretenden achacar estos problemas al alcalde Samuel Moreno y además sumarle los inconvenientes frente a la inseguridad, al desempleo y hasta a la calidad de la educación.

Cifras en mano que dan cuenta del número de vehículos que circulan por las vías bogotanas, de los niveles de contaminación, de la misma inseguridad y del mismo desempleo, por citar sólo algunas, hay quienes atribuyen, por estas cifras, nada gratificantes, el resultado de once meses de gobierno del actual mandatario capitalino, que según dicen es desastrozo.

La verdad, creo que no es posible atribuirle a Samuel todos estos problemas. No creo que sea su culpa que circule 1`000.000 de vehículos particulares, 25.000 buses, busetas y colectivos, más de 50.000 taxis, o que, por ejemplo, la ciudad “se encuentre amenazada por los grandes complejos industriales, que comprometen la calidad del aire y del agua, la disponibilidad de zonas verdes y la atención a poblaciones expuestas a altos niveles de contaminación”. (Alejandro Arciniegas. http://capitulo27.blogspot.com/).

Lo que creo, efectivamente, es que las soluciones no pueden partir de la intolerancia de quienes gustan montar en bicicleta, movilizarse a pie o disfrutar de un maravilloso viaje por Bogotá en taxi, en bus o Transmilenio. De ninguna manera se puede pretender que los dueños de vehículos particulares sean todos millonarios ni que actúen de la misma forma irresponsable mientras conducen sus carros.

Decir que los carros particulares son los culpables de la hecatombe en el tráfico tiene su más y su menos. Simplista y lógico si nos dejamos llevar de las cifras, pero poco real si observamos el estado de las vías y la capacidad que tiene Bogotá para ofrecer a sus habitantes, a todos, los de bicicleta y los de BMW, condiciones dignas de movilidad.

Decir que son sólo los particulares los que contaminan no es racional ni objetivo pues hasta en los días sin carro se ha demostrado que incluso la contaminación sube debido al mal mantenimiento de los vehículos de servicio público y, obvio, al diesel que usa Transmilenio. Ese millón de carros particulares bien sincronizados contaminan menos que los cien mil públicos, e incluso la mitad, echando humo por toda la ciudad.

Lo que necesitamos es respeto y tolerancia de todos hacia todos. O sea soluciones concertadas en donde no quepa la duda de que se piensa en el bienestar de las mayorías sin ir en detrimento de las minorías. A Samuel, ya lo he dicho, no lo quieren dejar gobernar. Si lo hacen, posiblemente ganemos todos. Por eso resalto, en la columna de la derecha, la actitud del Representante David Luna.

No es posible que la libertad no se respete en una ciudad como Bogotá. El que quiera movilizarse y deba hacerlo, que lo haga como quiera, en bicicleta, a pie, o en los articulados, eso sí, con las condiciones dignas que debe ofrecer una ciudad seria. Esa libertad tiene sus límites, claro está, pero pretender que quienes tienen vehículos sean sometidos a más trabas para utilizarlos, es además de un atropello, una franca persecución, no sobra decirlo, que ya empezó hace rato por parte de la Policía de Tránsito, la Secretaría de la Movilidad, el DAMA, los taxistas y de los dueños de buses, busetas y colectivos.

José Salgar, el veterano e ilustre periodista ya ha propuesto en sus columnas de El Espectador, si mal no lo interpreto, algo así como una Ciudad Región, donde haya espacio para todos y donde se respeten las normas mínimas de convivencia, se preserve el medio ambiente y se viva mejor.

La situación no es fácil. Pero todas las soluciones, repito, deben partir de la base del respeto y en la no violación de la libertad de los demás.

Fíjense, por ejemplo, cómo no se ha respetado a los fumadores. Como se sabe, a partir del 4 de diciembre no será posible fumar dentro de espacios públicos cerrados, lo cual me parece excelente como ya lo dije en una columna pasada. Sin embargo, esa medida protege a quienes no tiene el vicio, pero no piensa en los que sí. Si hubieran permitido lugares cerrados con espacios abiertos para ellos, se hubiera respetado la libertad y el libre albedrío de las personas.

Indiscutiblemente el tema da para muchas páginas y no es fácil. Como nunca ha sido fácil que los seres humanos se entiendan, pero todos estos aspectos deben tenerse en cuenta antes de atacar a diestra y siniestra y de despotricar de un alcalde cuyas cifras, en once meses, no son tan precarias como las quieren hacer ver.