A seguir escribiendo...

En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

domingo, marzo 14, 2010

El tuerto es rey (no en un país de ciegos, sino de ignorantes)

Foto: WikiCiudaDana (flickr.com)

No debería sorprenderme la creciente ignorancia en Colombia, pero aún logra hacerlo, aunque más que sorprenderme, me indigna. La desinformación, la chabacanería, la sumisión, la pobreza, la incultura, la ineficiencia, la estupidez y la falta de consciencia, entre otras cositas, son cada vez peores pese a que se dice con mucho entusiasmo en los discursos y en las conversaciones de los amantes de las actitudes positivas, que estamos cada vez más cerca de salir de todo eso y mucho más lejos de la podredumbre que es nuestra verdadera realidad.

Mientras más pasan los días, más nos sumergimos en la vergonzosa precariedad que sólo puede existir en una sociedad como esta, la colombiana, y que en últimas, merece realmente lo que tiene: corrupción, violencia, ignorancia, hambre, inequidad, ineptitud.

Parece muy pesimista esto que digo, pero voy a mostrarles unas perlitas que vi en los comicios de hoy para que ustedes juzguen y después digan si lo es o es que la paranoia me tiene consumido. Hay joyas para enmarcar, veamos:

- Jurados absolutamente desinformados que sin ningún problema, preguntaban a los electores por cuál consulta deseaban votar y que al escuchar a los ciudadanos, peor de informados, decir que por las dos, entregaban los dos tarjetones como si nada.

- Votantes que decían abiertamente que no querían votar por el Parlamento Andino y de nuevo los jurados, en lugar de indicarles que entonces votaran en blanco o no marcaran el tarjetón, no lo se lo entregaban.

- Ciudadanos que pensaban que los “tres chiflados” eran tan amigos que daba igual si metían el tarjetón sin marcarlo porque cualquiera de los tres que ganara daba igual.

- Escrutinios a puerta cerrada, contraviniendo la ley y la directriz de la Registraduría en el sentido de permitir a los ciudadanos y a los periodistas, permanecer, junto con los testigos electorales, en el momento del conteo de votos.

- Policías que desconocen la ley y van sacando a diestra y siniestra a quien no les cae bien, sólo por querer observar el escrutinio de una mesa de votación.

- Lentitud e ineficiencia de la Registraduría en relación con los resultados electorales.

- Como siempre, la tecnología haciendo de la suya y los tecnócratas defendiendo sus bondades. La página de la Registraduría se bloqueó, no funcionó, se trabó, se cayó, tal y como se va a trabar, a bloquear y a caer el país.

- En algunos municipios de la Costa Atlántica pensaron que el escrutinio se iba a demorar cinco minutos y no acondicionaron luz en los puestos de votación. Llegó la noche y la lentitud del proceso los dejó ciegos, pero algún tuerto se las debió ingeniar.

- Pobres por doquier y a granel premiando con su voto a quien les quita lo poquito que tienen y se lo dan a quienes mucho poseen.

- Partidos con candidatos investigados y con antecedentes sospechosos y como decía salud Hernández “…campañas de ríos de plata, unida a la escasa pulcritud de los dirigentes nacionales”, brillaron por su sagacidad y su astucia para el engaño.

Quizás falta pedagogía política. Pero pedagogía básica, menos Montesquieu, menos Rousseau, menos Maquiavelo, menos Platón y Aristóteles. Todos ellos sólo se entenderán cuando la masa, aunque sea, aprenda a votar. La teoría de los centros de educación básica y superior sólo tendrá sentido si en la práctica esa teoría se evidencia.

Menos maestrías y menos doctorados. Si los comportamientos políticos en este país son como estos, ni los doctores ni los magísteres nos sirven.

Si esto pasa aquí en Bogotá, la capital del país del tuerto, imagínense las bellezas que suceden en otras zonas mucho más pobres y mucho más ignorantes.

Hay que ir pensando en apagar y en irnos. Después de lo de hoy, aquí no hay futuro.