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En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

lunes, mayo 26, 2008

La ciclovía no hay que modificarla... hay que acabarla

Foto: MarcosJulian
Cuando en Bogotá se den las condiciones para que el tráfico realmente fluya como debe ser, sin la absurda idea de chatarrizar vehículos particulares y la nefasta propuesta de conservar una ciclovía que empeora aún más las condiciones de movilidad, entonces sí se puede pensar en dejarla quieta tal y como está, según decía un editorial del diario El Tiempo de hace unos días.

Que no vengan con el cuento ahora de que ese robo de espacio público nos une a todos. Nada más falso, a esa guachafita de los domingos asisten quienes no han entendido que si se quiere hacer deporte pues para eso están los parques, a algunos de los cuales se accede, entre otras cosas, en forma gratuita.

Ni más faltaba que las calles de Bogotá sigan siendo escenarios de eventos deportivos o espacios para vender desde morcilla hasta salpicones. Lo que debe ser, que sea, pero en los sitios adecuados y acondicionados para fines específicos. No es posible que a la brava, quienes no desean hacer deporte sino salir en el vehículo a otros lugares de diversión, tengan que soportar un trancón auspiciado por el Distrito.

Sigue moviéndose, quién lo creyera, el suizo Peñalosa , azuzando a sus amigos de El tiempo y a los del Congreso, para que continúen patrocinando invasiones del espacio público. No le bastó con llenar los andenes de bolardos sino que ahora se le ve poniéndole palos a la rueda al proyecto de ley que lideraba el fallecido representante José Fernando Castro Caycedo a quien, dicho sea de paso, no sólo le cabía el país y la ciudad en la cabeza, sino que además, murió como lo conocimos, defendiendo sus ideas en forma decente.

Los 1.3 millones de bogotanos que hacen uso indebido de las calles en las ciclovías, generarían muchos más empleos de los 300 directos y de los 1.000 indirectos que nombra el diario, si quienes se lucran con los “deportistas” fueran reubicados en los parques de una forma seria, ordenada y decente.

Las cosas cada día están peores en estos tiempos de postmodernidad y lo simple se vuelve complicado y absurdo. No sé qué hay que pensarle a algo tan lógico como que las calles deben ser para los carros, los andenes para las personas y los parques para quienes deseen hacer deporte.

Ojalá los “parafarcoyidiscongresistas” actúen con lo poco de decoro que les queda y tomen una decisión acertada en este caso.