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En algunas columnas he tenido éxito, otras fueron polémicas y tuve la razón en muchas. En otras me equivoqué, pero aquí están para que todos las revisen, las comenten y las critiquen.

martes, agosto 12, 2014

Un discurso esperanzador pero…

Foto tomada de: http://imagenes.colombia.interlatin.com/sdi/2010/11/09/fbad87dee4614e16b2d97590251735d6.jpg

Por: Mauricio Galindo Santofimio
Subdirector @esferapublicarm

Ya todos han analizado y han calificado el discurso de posesión del presidente Santos del pasado jueves, pero creo que hay detalles que aún no se han comentado. Hay análisis bastante sesgados sobre este discurso y muy apasionados, lo cual no es raro, pues la herencia del uribismo, que durará por muchos años, es precisamente la polarización visceral de la ciudadanía. Y otros, que no parecen análisis, sino palmaditas en el hombro, como acostumbran dar los lagartos. En fin, diré lo mío y punto.

Como no todo en la vida es bueno, ni malo, pues el mencionado discurso no es la excepción. Sin duda la clase y la distinción del Jefe de Estado y de su familia, es uno de los puntos a destacar, parece que hay un Presidente y no un finquero. Igual la ceremonia, que aunque con descoordinación de los generales de la República y del ministro de Defensa, en el momento de la marcha, a quienes les haría bien un poco de orden cerrado pues parece habérseles olvidado (claro, eso se olvida en un escritorio) y con los conocidos datos curiosos como el sueño de algunos, y el despiste de otros, salió bien en términos generales.

Las palabras de Santos fueron, como era de esperarse bien recibidas por los sectores afines a sus políticas y por quienes conforman la llamada Unidad Nacional. Sus opositores, por supuesto, tanto de izquierda como de derecha, no le reconocen ni un saludo y parece que están para hacerle oposición hasta por el color de la corbata.

Algunos columnistas, pagados y no, desde sus tribunas, despotrican a diestra y siniestra y no reconocen al menos, que ya no tenemos una relación con Venezuela o con Ecuador a punto de convertirse en confrontación armada. Muchos cosas están por mejorarse y hay deudas del primer gobierno Santos, y por supuesto que nosotros, los periodistas, debemos ser los veedores y críticos de ese gobierno cuando lo merezca, pero también, quienes debemos aplaudir, sin miedo, sus avances y logros. Solo que aquí, si uno critica es uribista y si aplaude, terrosita.

Miremos: Santos habló de equidad, de educación, de pobreza y por supuesto del proceso de paz, el cual, al parecer, según algunos analistas, no tiene vuelta atrás. Y resaltó algunos de sus frutos durante su primer mandato: el avance de las negociaciones con las Farc (ya van tres puntos acordados), a quienes les advirtió que de todas formas, la guerra sigue mientras no se llegue a un acuerdo; recordó que la disminución de la pobreza ha dejado como saldo 2.5 millones de personas que mejoraron esa condición, habló de los 200 municipios que ya cuentan con jornada completa en educación y del presupuesto presentado al Congreso de 28. 4 billones de pesos para el sector educativo, por primera vez más grande que el presupuesto para la defensa.

Dentro de los aciertos del Presidente durante sus primeros 4 años podríamos citar solo estos: bajar el desempleo a un dígito, entregar viviendas gratis, disminuir la pobreza, avanzar con las negociaciones con la Farc, lograr acercamientos con el ELN y la caída de la informalidad laboral. 

Prometió, para estos 4 años venideros, disminuir la brecha entre el campo y la ciudad, la entrega de 400 mil becas universitarias y la creación de la comisión y subcomisión encargadas de poner fin definitivo al conflicto. Todo muy bonito y muy plausible, un discurso lleno de esperanza y entusiasmo.

Pero ¿dónde quedaron los anuncios en justicia, en salud, en infraestructura? ¿Dónde la lucha contra la violencia urbana, el microtráfico y los hurtos y homicidios en campos y ciudades? ¿Dónde un pronunciamiento sobre los TLC y las EPS? ¿Dónde un apoyo decidido y fuerte para el campo?

¿Por qué nada sobre La Guajira, o sobre los pueblos miserables del Chocó o Nariño? ¿Qué pasó con Bogotá? Obvio que tocar todos los temas era imposible, pero una simple alusión no hubiera alargado mucho su discurso y hubiera mostrado su interés por ellos.

Hay tareas pendientes que deberá desarrollar y sacar adelante. Ojalá se logren materializar en la vida de los colombianos, de los que creyeron en él y le depositaron su confianza para un país mejor, y de los que no. Eso es lo que queremos todos.

Ah, María Isabel Rueda: yo prefiero un Presidente con clase, que busque la paz, que defienda la población civil y que no sea un Mesías, sino un Presidente.

Ahí les dejo unas “bobaditas” que se deberían arreglar… Digo Yo.


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