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martes, agosto 05, 2014

¿El fin del proceso de paz?


Foto tomada de: http://cdn01.am.infobae.com/adjuntos/163/imagenes/010/610/0010610939.jpg

Por: Mauricio Galindo Santofimio
Subdirector @esferapublicarm

Muy graves los sucesos que han venido aconteciendo en los últimos días por cuenta de las Farc y del ELN, quienes no contentos con dejar sin luz a 400 mil personas en Buenaventura, la semana pasada, han perpetrado, y siguen haciéndolo, ataques infames con saldos de niños muertos, destrucción, desolación, dolor y llanto, en varias zonas del país.

Ya sabemos quiénes son las Farc y el ELN: grupos delincuenciales, al margen de la Ley, que no han escatimado esfuerzos en poner a padecer a un país por cuenta de un conflicto armado que perdió sentido cuando se embolató su supuesta ideología y se convirtió en una lucha por el poder a través de las armas, la cual no ha dado ni dará frutos, menos ahora cuando el mundo tiene pocos referentes de luchas de ese tipo y cuando el comunismo se vino a pique con el Muro de Berlín.

Conocemos de su accionar, conocemos de sus delitos, así como también conocemos de los desafueros y de los excesos del Estado al que esos grupos combaten, que tampoco ha podido vencerlos mediante acciones militares y que por supuesto, también ha contribuido para avivar este conflicto eterno de un país que dice proteger.

Sabemos que esas guerrillas no son las dulces palomas, ni las hermanitas de la caridad, pero este gobierno, que sabe que se negocia con los enemigos y no con los compinches, como otros, en el pasado, les ha tendido la mano para hablar y lograr su reintegro a la vida civil a través de la solución dialogada del conflicto. Unas negociaciones se han abortado por su desfachatez, otras, por su testarudez y cinismo y esta, la que ofrece el presidente Santos, peligra, si continúan con sus actos irracionales contra la población civil, inerme y desarmada.

Es cierto que nada está acordado hasta que todo esté acordado y que las negociaciones en La Habana se pactaron sin cese del fuego. Pero también es cierto que quien quiere la paz no mata niños, ni pone bombas, ni secuestra, ni tampoco “chuza” o intercepta las comunicaciones en forma ilegal, ni comete falsos positivos, ni roba, ni se compromete con la corrupción. Aquí debe haber voluntad para lograr esa paz. Voluntad de todos, de los legales y de los ilegales. Muestras reales y tangibles de que de verdad se desea.

Sería interesante ver la lucha política y las propuestas que desde la legalidad hacen esos grupos subversivos para lograr un país mejor. Pero es muy difícil que con su actitud de estos días, logren llegar al Congreso o a cualquier otro estamento de elección popular, o a ocupar cargos públicos. Así no demuestran que quieren a la nación. ¿No dicen llamarse el Ejército del Pueblo? ¿Quién va a votar por sus miembros cuando estén por fuera del conflicto? ¿Quién los va a acompañar sin sonrojarse o sentir vergüenza por apoyarlos?

Las respuestas las tienen ellos mismos. Si quieren botar por la borda, una vez más, este proceso, lo cual sería lamentable pues echarían al traste también con la ilusión de un país entero por vivir algún día en paz, pueden hacerlo. Con su proceder ya están demostrando qué es lo que desean.

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